De Piazzolla a los Grammys

De Piazzolla a los Grammys

La historia detras de Andres Mayo y Martin Muscatello, primeros nominados latinoamericanos de la historia en la categoria audio inmersivo

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A veces las revoluciones empiezan sin hacer ruido. Un duo de hombres sentados detras de una consola, un sistema de monitoreo en el que confian a ciegas y la inmensa obra de Piazzolla siendo reinterpretada, reversionada en 3 dimensiones. Con esa mezcla —un poco magica, un poco tecnica, y otro tanto visceral— Andrés Mayo y Martín Muscatello acaban de llegar a donde ningun otro profesional latinoamericano había conseguido: la nominación al Grammy en la terna Mejor Álbum Inmersivo por An Immersive Tribute to Astor Piazzolla. Y sí, es absolutamente histórico y sin precedentes.

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La nominación al Grammy global (no confundir con el latino) llega después de 8 años de pruebas y errores, explorando el audio inmersivo cuando todavía era una palabra extraña, de ciencia ficción, casi futurista. Mayo lo recuerda como quien mira hacia atrás un poco ensoñando y recordado divertido:

“En 2016 no existía ni el término. Lo que hacíamos parecía extraño cada vez que lo explicábamos”.

Sin embargo, esa visión de seguir empujando el formato que aún no tenía nombre definido hoy empieza a tomar protagonismo no solo en los nichos sino en el mainstream: plataformas globales adoptando Dolby Atmos masivamente, artistas como DUKI y Bizarrap llamando a Mayo y Muscatello para mezclar su album, marcas de autos incorporando los sistemas multidimensionales y un público que de a poco empieza a entender que la música ya no es solo izquierda y derecha, y si una profundidad que cada vez tiene menos limites.

En esa transformación —y esto Mayo lo repite sin que haga falta preguntarlo— Neumann fue más que un proveedor: fue el punto de inflexión técnico. Andres y Martín se apoya en los sistemas KH310, KH120 y KH80, para poder trabajar con tranquilidad y la solidez.

“Apretabas play y sonaba perfecto. No había que ajustar nada. Nunca tuvimos que llamar al soporte técnico ni pedir calibraciones. Lo más importante: nunca volvieron mezclas con reclamos de nuestros clientes”, cuenta Mayo.

Para un ingeniero que sabe que cada minimo detalle será juzgado en salas exigentes con monitores gigantes de altísima resolución, esa confiabilidad es prácticamente el seguro de vida. "No sabemos si hubiéramos podido hacer este disco así con otra marca", admite.

Mayo conoce bien la diferencia entre confiar y cruzar los dedos. Su carrera está marcada por una obsesión necesaria para llegar a lugares como los Grammys: que lo que sale del estudio sea lo más fiel posible a lo que su imaginario proyectó e imaginó. Con más de 20 álbumes producidos, 2 Latin Grammys, 7 premios Gardel y décadas en estudios que fueron desde su primer departamento (con no más de 40 m2, donde movía la mesa del living para improvisar un estudio) hasta instalaciones profesionales y tope de gama como el estudio que tiene hoy en Vicente Lopez, su oficio se afiló entre discos de todos los géneros, sesiones hechas en forma remota desde mucho antes de que fueran comunes y proyectos complejos en los noventa que hoy serían prácticamente imposibles de replicar. Trabajó con artistas que van de Jaime Roos, Luis Alberto Spinetta, Los Piojos, Soda Stereo, Kevin Johansen, pasando por bandas latinoamericanas y proyectos internacionales que hoy circulan en Asia y Europa. Realmente el CV de Andres es interminable y sobresaliente.

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Cuando uno escucha cómo se expresa sobre An Immersive Tribute to Astor Piazzolla, queda claro que esta nominación no es producto de la suerte o azar: es una consecuencia. El disco fue un desafío creativo donde la obra original exige una mirada nueva y fresca. Hubo una intención de recrear espacios, momentos y lugares que nunca existieron, pero que se sienten reales. El trabajo fue elegante, fino y jugado: preservar la textura humana de las grabaciones, respetar respiraciones, ruidos mínimos, intenciones orgánicas.

El aporte de la marca alemana aparece nuevamente: si la mezcla inmersiva es un factor de precisión extrema, el sistema de monitores define cuánto ves del mapa y cuánto estás adivinando.

“En nuestra mezcla inmersiva, cualquier detalle se amplifica. El comité del Grammy escucha en sistemas enormes donde no se perdona nada. Para llegar ahí tenés que haber escuchado lo mismo —o más— desde tu estudio. Y esa es la diferencia que nos dio Neumann: cero mentira, cero engaño, cero zonas ciegas.”

Y entonces la conversación vuelve inevitablemente al futuro. Mayo no habla como un técnico que sigue tendencias; habla como alguien que convivió con el futuro antes de que el resto supiera que existía, como si tuviera una bola de cristal. Dice que Dentro de un par de años esta conversación va a sonar antigua e irrelevante, que el público va a entender lo inmersivo como algo dado, que los artistas van a incorporar el formato de manera simultanea para sus discos como así también las remezclas de clásicos de la musica popular. Y su plan es empujar los limites de ese camino: sumar proyectos argentinos pensados para audio inmersivo, versiones alternativas, nuevas formas de abrir el sonido a posibilidades narrativas.

Mientras tanto, la 68ª edición del Grammy ya tiene nombre y apellido argentino en una categoría históricamente inaccesible. Y aunque nadie lo dice en voz alta, la nominación no solo posiciona un disco: posiciona a una región que siempre supo inventar sobre la marcha, con recursos mínimos y creatividad máxima.

El proyecto nació en Buenos Aires, mezclado con monitores Neumann, empujado por dos ingenieros que eligieron mirar hacia adelante incluso cuando nadie más miraba. Ahora viaja a Los Ángeles. Y suena —literalmente— como algo que viene de otro mundo.